Teléfono móvil: cuestiones celulares
Ya hay más
teléfonos móviles que fijos, en
muchos países de Europa hay más móviles que personas, y hoy en día en África es
el continente con mayor crecimiento en telefonía móvil. En conjunto, sus
usuarios son muchos más que los internautas: casi 3000 millones en todo el
planeta.
En América, donde no son tan populares como en Europa y Asia, los móviles se
llaman “celulares”. El nombre viene de la tecnología usada en estos aparatos,
que en realidad son radioteléfonos muy sofisticados.
Los primeros teléfonos portátiles se instalaban en los coches y se comunicaban
con un potente transmisor central que cubría un radio de hasta 70 Kilómetros
alrededor de cada gran ciudad. Para poder hablar con la central los teléfonos
debían emitir con mucha potencia, la suficiente como para recorrer esos 70 Kilómetros, de
ahí, su tamaño y la necesidad de una gran batería.
Más antenas, menos radiaciones
Entonces llegó la estrategia celular: dividir la zona de cobertura en células
mucho más pequeñas, en cuyo centro se instala una antena. Las células de la red
de telefonía están coordinadas de manera que la conexión no se
corta a pasar de una a otra y el móvil cambia solo de canal.
Por temor a posibles efectos
dañinos de las ondas de telefonía móvil sobre la salud, mucha gente
rechaza la instalación de antenas cerca de su casa.
Aunque resulte paradójico, si queremos reducir la potencia de emisión de los
móviles, se tiene que hacer lo contrario,: instalar muchas antenas, para que
siempre tengamos una cerca.
De esta manera, siguiendo esa estrategia celular que requería menos potencia,
los teléfonos portátiles pudieron evolucionar hasta convertirse en móviles.
Ondas telefónicas
¿Ondas bajo sospecha?
Hasta ahora no hay ninguna evidencia científica de que las
radiaciones empleadas en la telefonía móvil pueden causar ninguna enfermedad.
Estas ondas no son muy diferentes a las de la radio. Tienen algo más de
energía, se las considera microondas (aunque son menos intensas que la de los
hornos) y están en una zona del espectro electromagnético muy por debajo de los
rayos de la luz visible.
Por encima de la zona visible, los rayos ultravioleta de alta frecuencia, los
rayos gamma y los rayos X pueden provocar problemas de salud, pues son tan
energéticos que son capaces de romper moléculas como el ADN de las células de
nuestro cuerpo, y desencadenar el cáncer.
Sin embargo, los microondas que originan los móviles son incapaces de romper
enlaces entre átomos; por eso la ciencia actual no entiende cómo estas ondas
podrían llegar a provocar un tumor.
De momento el único riesgo probado para la salud es usar los móviles mientras
se conduce: esa distracción multiplica por cuatro la posibilidad de un
accidente de tráfico. Por lo demás, los experimentos que sí relacionan el uso
del móvil con el cáncer, la pérdida de memoria o el dolor de cabeza no han dado
los mismos resultados al repetirse: no pueden darse por válidos.